Celebrado cada 5 de junio, es una fecha crucial para reflexionar sobre el estado actual de nuestro planeta y la urgente necesidad de adoptar medidas sostenibles.
La transición energética se presenta como un proceso inevitable debido a diversos factores como el agotamiento y encarecimiento de la extracción de combustibles fósiles, la explotación minera y la creciente contaminación ambiental. Estos desafíos, agravados por la actividad humana, hacen imprescindible la implementación de regulaciones económicas más estrictas y el desarrollo de nuevas fuentes de energía. Adquieren especial protagonismo las energías renovables:
- Energía Solar (paneles solares)
- Energía Eólica (aerogeneradores)
- Energía Hidráulica (represas)
- Energía de Biomasa (centrales de biomasa)
- Energía Geotérmica (plantas geotérmicas)
La actual dependencia de recursos finitos no sólo es insostenible a largo plazo, sino que también tiene un impacto ambiental devastador. Su industria contribuye significativamente a la degradación del medio ambiente, causando contaminación del aire, suelo y agua, siendo consecuencia de estos factores la pérdida de biodiversidad.
Las emisiones de gases de efecto invernadero, causadas principalmente por la quema de combustibles fósiles, son las principales responsables del cambio climático. Este fenómeno global provoca un aumento de las temperaturas, cambios en los patrones climáticos y fenómenos meteorológicos extremos.
En este contexto, la transición hacia fuentes de energía renovables, como la solar y la eólica, se vuelve esencial. Sin embargo, este proceso no está exento de retos. La producción y almacenamiento de energía renovable requieren de tecnologías avanzadas y una infraestructura adecuada, lo que implica inversiones significativas y la superación de barreras técnicas.
Cambiar nuestra huella
El impacto de nuestras acciones cotidianas en el medio ambiente es evidente. La deforestación está llegando a un punto de no retorno, que pone en riesgo tanto a la humanidad como a la biodiversidad.
Además, la contaminación por plásticos y otros desechos no biodegradables ha contaminado los océanos y afectado gravemente a la vida marina.
La acumulación de residuos en los vertederos y la falta de una gestión adecuada de los mismos empeoran aún más esta situación.
La necesidad de adoptar prácticas de consumo y producción sostenibles es, por tanto, imperativa, siendo fundamental establecer nuevas normativas que fomenten el consumo responsable y una vida sostenible.
La regulación de la actividad económica debe centrarse en minimizar el impacto ambiental, esto incluye: la implementación de políticas que incentiven el uso de energías renovables, la reducción de emisiones contaminantes y la gestión sostenible de los recursos naturales.
Las empresas deben ser responsables por sus impactos ambientales y sociales, adoptando prácticas más transparentes.
La economía circular, que promueve el reciclaje y la reutilización de materiales, es un concepto clave para reducir el desperdicio y conservar los recursos. Además, los gobiernos deben fomentar la educación y la concienciación ambiental, incentivando a los ciudadanos a adoptar hábitos más amigables con el medio ambiente.
A modo de conclusión
El Día Mundial del Medio Ambiente nos recuerda la necesidad de actuar de manera inmediata y colectiva para proteger nuestro planeta. La transición energética y la regulación de la actividad económica son pasos cruciales hacia un futuro más sustentable. Este esfuerzo debe ser apoyado por todos los sectores de la sociedad: incluyendo gobiernos, empresas y ciudadanos.
Cada acción cuenta. Desde reducir el uso de plásticos hasta elegir medios de transporte más ecológicos, cada decisión contribuye a un cambio mayor. Es fundamental que todos asumamos la responsabilidad de nuestras acciones y trabajemos en conjunto para lograr un equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación del medioambiente.
Extracto de la web oficial de las Naciones Unidas
Nuestras tierras. Nuestro futuro.
Los ecosistemas de todo el mundo están en peligro. Desde bosques y tierras áridas hasta tierras agrícolas y lagos, los espacios naturales de los que depende la existencia de la humanidad están llegando a un punto de no retorno.
Según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, hasta el 40% de las zonas terrestres del planeta están degradadas, lo que afecta directamente a la mitad de la población mundial. El número y la duración de los períodos de sequía han aumentado un 29% desde el año 2000 y, si no se toman medidas urgentes, las sequías podrían afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial en 2050.
Por esta razón, el Día Mundial del Medio Ambiente 2024 se centra en restaurar las tierras, detener la desertificación y fortalecer la resiliencia a la sequía bajo el lema «Nuestras tierras. Nuestro futuro. Somos la #GeneraciónRestauración». No podemos retroceder en el tiempo, pero sí podemos hacer crecer los bosques, revitalizar las fuentes de agua y restaurar los suelos. Somos la generación que puede hacer la paz con las tierras.
La restauración del suelo es un pilar fundamental del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), que constituye un llamado a la protección y la revitalización de los ecosistemas en todo el mundo, un aspecto fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En 2024 se celebrará el 30º aniversario de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. El decimosexto período de sesiones de la Conferencia de las Partes (COP 16) en la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD) se celebrará en la capital saudí, Riad, del 2 al 13 de diciembre de 2024.